Sé que esto llega muy tarde,
Que quizas ya ni recuerdes mi voz,
Pero yo tengo la tuya muy presente
Advirtiéndome a gritos que me iba a consumir su dolor.
Que su amargura se enredaría en mi pelo,
Y me haría presa de su agonizante control.
Y yo, hice como que escuchaba pero sólo te oía,
Sorda por la ilusión del primer amor,
De las ilusiones prometidas, del ensueño,
Del puto príncipe azul con besos de etilenglicol.
Y ahora aquí me hayo,
muerta en vida,
Contagiada,
con medio corazón negro
y sin perdón.